Durante años, y en distintos puntos del centro de Antofagasta, un hombre de 45 años se paseaba con la tecnología como cómplice. No llevaba un cartel ni un disfraz, pero sí un modus operandi tan persistente como perverso: captaba imágenes íntimas de menores de edad, sin que ellas lo supieran.
El pasado 10 de abril fue detenido, y aunque inicialmente el Juzgado de Garantía lo dejó con medidas cautelares menores —como arraigo nacional, firma mensual y la prohibición de acercarse a dos colegios—, la Fiscalía no quedó conforme. Presentó una apelación y ganó.
Corte de Apelaciones: “El peligro es evidente”
Este lunes, la Corte de Apelaciones de Antofagasta revocó esa primera resolución y ordenó prisión preventiva. La razón: peligro para la seguridad de la sociedad . “Considerando el número de delitos, el hecho de que el imputado actuó en cualquier sitio y momento, y que sus acciones se extendieron por años, incluso usando tecnología para evitar ser descubierto, surge un claro y evidente peligro de reiteración ”, señala el fallo unánime del tribunal.
En otras palabras: la libertad del imputado era una amenaza, no una garantía.
Una historia que inquieta
El hombre, de nacionalidad chilena, está formalizado por los delitos de captación y grabación de registros audiovisuales de partes íntimas , y abuso sexual sin contacto corporal contra una menor de 14 años .
Según los antecedentes entregados por la Fiscalía, el sujeto tenía un patrón: merodeaba zonas céntricas, especialmente donde circulaban escolares, y aprovechaba la aglomeración y el movimiento para grabar sin ser visto. El uso de dispositivos camuflados lo convierte en un depredador urbano sigiloso.
El Fiscal Regional, Juan Castro Bekios , valoró el fallo del tribunal de alzada y destacó el peligro que implicaba mantener al imputado en libertad, esto porque, a su juicio, «estamos hablando de conductas reiteradas y planificadas, dirigidas específicamente a menores. La prisión preventiva es la única medida proporcional para proteger a las víctimas y evitar nuevos delitos», señaló.
Justicia con zoom
El caso reabre el debate sobre el uso de tecnología para finos delictivos y los vacíos en la persecución de delitos sexuales sin contacto físico, pero de alto daño emocional. También pone sobre la mesa un punto clave: no todo abuso deja marcas visibles .
El imputado, por ahora, se enfrentará a la investigación tras las rejas, como medida de resguardo para una ciudad que no tolera más la impunidad digital ni la normalización del acecho callejero.